jueves, 29 de enero de 2009

Paseando por el Norte


Estas vacaciones me dedique a recorrer lugares del Norte Argentino que no conocía y a recordar viejos y queridos lugares que ya eran parte de mi.
Una propuesta de una amiga en un inmejorable momento para escapar de Buenos Aires, me decidió a realizar esta travesía a lo largo de varios kilómetros norteños.

Una sola vez a los trece años con mi colegio me fui de mochilera, pero esta vez algunas cosas habían cambiado mas de quince años después, una mochila un tanto mas pesada, no solo hablo de la mochila real, y ganas de ver, me convencieron a esta aventura.
Todo se decidió en una semana, sacamos los pasajes y sin ninguna otra reserva nos fuimos...Primero hasta Tucumán capital, donde llegamos a las 6hs, a las ocho del mismo día (sábado dos chicas de treinta años) recorrimos las ya conocidas calles de esta capital.





Solo estábamos nosotras, y nuestras ganas, obviamente ansiosas ya que teníamos que esperar hasta las 12hs para tomar el siguiente micro.
Lamentamos encontrarnos con todo cerrado, pero lo disfrutamos igual.
Viejos edificios conocidos y admirados por mi, como la casa de gobierno, la plaza, la iglesia de la Merced (foto)y un museo fueron motivo de mi ansiosa cámara fotográfica.
Nuevamente en la terminal de ómnibus emprendimos el camino a lo que sería nuestro destino por los siguientes dos días, la ciudad de Cafayate en Salta.
Obviamente escogimos el trayecto que nos llevase por la tan querida y encantadora quebrada de los Sosa camino a Tafí del Valle en Tucumán. Un viaje de curvas y contra curvas en la pendiente selvática de las montañas cubiertas por la espesa Yunga (foto)y atravesada por el río Los sosa, es mas que halagador para comenzar a llenar nuestros ojos y nuestra alma de lugares entrañables.
Pasando por la ciudad del Mollar y Tafí del Valle a orillas de Lago la Angostura, recorriendo las calles polvorientas y pacíficas de Amaicha del Valle y saliendo de esta provincia para pasar a los viñedos salteños que ya nos enmarcaban el camino a Cafayate.
Mi sorpresa fue encontrarme en todo este trayecto con muchos adolescentes, que luego esta experiencia no sería nada con lo que encontramos en Tilcara, Jujuy.
Lamento hacer esta salvedad, pero estaría orgullosa de estos jóvenes si hubiera tenido un objetivo su viaje o si por lo menos supieran donde estaban parados, no solo para que valoren el paisaje sino la cultura tan rica de nuestros aborígenes norteños y sus descendientes.
Ahora que releo mi comentario, me asusta ver mi paso del tiempo, y no me gusta sonar a vieja regañona...pero es la verdad

Bueno Volviendo a mi disfrute, a eso de las 16hs llegamos a Cafayate con la ilusión de que al bajar del micro nos invadieran los dueños de los hostels (debido a la experiencia de mi compañera de viaje y sus comentarios de que así sería) para proponernos lugares económicos para pasar la noche, pero la sorpresa fue que no había tales propuestas y esto se debía a que la cantidad de gente que ya estaba en el lugar estaba ocupando casi todos las plazas disponibles. Mi primer decepción fue tener que casi mendigar por un lugar, y comenzar a hacerme a la idea que sería el comienzo de una futura búsqueda de lugares en el resto del viaje, y así fue.
Gracias a la búsqueda de mi amiga conseguimos un hostal a ocho cuadras del centro, pero que son ocho cuadras cuando se tiene todo el tiempo, y la verdad que tuvimos suerte, el lugar precioso y muy recomendable, sus dueños muy predispuestos en todo momento.
El hostal se llama "Pablo Erich Bauer", con habitación privada y baño compartido y dentro de nuestro presupuesto de $40, máximo por noche, cumplió todas nuestras expectativas.

Esa misma noche una vez que desarmamos algo de nuestras mochilas, decidimos irnos a la plaza del centro, llovió un poco pero no nos importo, parece que en vacaciones es lícito mojarse con la lluvia, cosa que no pasa el resto del año.
Caminamos un poco por el centro, osea por alrededor de la plaza, donde se encuentran comercios de ropa, artesanías (infaltables), excursiones, casa de comidas, peñas (otro infaltable), y demás comercios. Además de la iglesia.
Fuimos a una agencia que contrataba excursiones y averiguamos por la excursión a la quebrada de las conchas, mal llamada por la oficina de turismo salteña, su correcto nombre sería la quebrada de Cafayate.
Decidimos contratar sus servicios para el día posterior, a la tarde saldríamos a esa travesía.
Luego caminando llegamos a una peña "El patio", donde ya el espíritu de Salta me había invadido y decidí pedir un tamal y una humita en chala, acompañado por una rica cerveza bien fría.
Mientras degustábamos los platos regionales, un cantor, que lamentablemente no recuerdo su nombre, nos acompaño la cena con hermosas canciones entre sambas y chacareras.
Al día siguiente, luego de un sueño muy reparador, nos despertamos con lluvia en la ciudad, pero eso no nos impidió salir a caminar nuevamente.
El almuerzo de rigor esta vez lo realizamos en el hostal con algunas de las provisiones que cargaba en mi mochila, para abaratar un poco los costos.
A las 15hs salimos para la quebrada de Cafayate, con un guía ideal para nosotras las locas por la geografía, Humberto profe de Geografía....quien pediría mas!!
Un recorrido impresionante donde uno se queda sin palabras ante tantos paisajes imponentes y semejante cachetazo de la naturaleza, donde me sentí apenas una pequeñisima parte de eso.
Colores que recorrían todo el espectro, desde colorados, morados, grises, blancos, verdes en todas sus gamas e intensidades, amarillos, azules, violetas me llenaron los ojos ya en el segundo día de viaje, pero eso no sería nada.
Paramos y pasamos por puntos turísticos de la quebrada como son Los Castillos, La ventana, el obelisco?, el anfiteatro, la garganta del diablo, las llamas, etc.
Todos con formas increíbles esculpidas por anteriores mares y vientos que dan formas redondeadas y puntiagudas a la vez.
Ya de vuelta en la ciudad y luego de un baño reparador, salimos nuevamente a recorrer otra peña esta vez frente a la plaza que para sorpresa nuestra cantaba el mismo cantor que habíamos escuchado el día anterior. Antes de esto y habiendo sacado números y afilado nuestra billetera decidimos realizar la excursión a Cachi, ya que si la hacíamos por nuestra cuenta nos saldría lo mismo y podíamos aprovechar que nos dejaban cerca de Salta capital que era nuestro cometido.
Una vez en el hostal y habiendo pasado nuestra última noche en Cafayate, volvimos a rellenar nuestras mochilas y ordenar nuestros bártulos, para el otro día partir hacia Cachi.
Pero esta experiencia merece una entrada aparte, así no aburriré al lector, si es que ya no lo he hecho.