miércoles, 4 de febrero de 2009

Segunda parte norteña

Bueno acá voy con la segunda parte..quien dijo que eran buenas?

Donde nos quedamos...a si en la salida a la excursión a Cachi, en la provincia de Salta. El día estaba tan lindo y despejado que sería inmejorable nuestra experiencia. Al llegar al lugar donde tomamos la combi , usuparmos rápidamente los dos asientos que van al lado del conductor, necesitábamos estar pegadas a las ventanillas para disparar nuestras cámaras.



Víctor nuestro chofer-guía, nos informa muy rápidamente que esas posiciones implicaban una cierta responsabilidad, como todo copiloto tendríamos a cargo el mate, obviamente esa responsabilidad iba a ser tomada con o sin la aprobación de él.

Emprendimos el camino hacia la tan mencionada Cachi, remontamos la conocida ruta nacional 40, que va desde Usuhaia hasta la Quiaca, comentario aparte, como una ruta nacional, tan bella este en tan pésimo estado?, y bueno es Argentina.

Pasar por los pequeños riachos que cruzan incansablemente la ruta, descubrir pequeños parajes en el medio de semejante inmensidad, es algo que me cuesta describir.


Llegamos al pueblito de San Carlos, con su iglesia casi inmaculada, sus pacíficas calles. Eran pasada las 9 de la mañana y no vimos a ningún lugareño. Eso demuestra casi gráficamente a que llamo tranquilidad.




Luego, ya en la ruta con ripio, comenzamos a ver montañas con formas muy caprichosas y colores vivos que resaltaban con el esplendoroso sol que estaba alcanzando el cielo turquesa.


Angastaco, fue el siguiente pueblo en el cual realizamos una parada, ya serían las 10hs y encontramos casi la misma pacividad de San Carlos, su infaltable iglesia que mira desde arriba a todo el pueblo. Su escalinata de adoquines nos invitaba a subir.


Durante el camino, encontrábamos pequeñas casas con iguales viñedos cuales rosales en jardines.




Saliendo de este pueblito emprendimos un camino enmarcado por montañas que se disponían en forma de libros como una biblioteca, tan ordenadas y en punta. Sus colores, sus formas acallaban nuestros comentarios y nos dejaban sin aliento.



Luego llegamos a la zona verde, puerta de entrada de Cachi y sus cultivos de pimientos, ahora verdes otrora rojos en Mayo.

En el medio del camino que se angostaba en recovecos recubiertos por árboles, cruzaron como ladrones escapando, unos zorros casi dorados.

Llegando a Cachi, ciudad un poco mas grande, pero no mas bulliciosa, que las otras, nos recibió una plaza efervescente de turistas en busca de la misma experiencia que nosotras. Almorzamos y recorrimos esta ciudad con sus casas y calles que demuestran la impronta colonial. Su iglesia mostrándonos otro tipo de construcción a la vista en Cafayate.

Luego de una hora volvimos a trasladarnos y abandonamos Cachi.

Nos esperarían lugares tan indescriptibles como la recta del Tin Tin, una recta que atraviesa el Parque Nacional los Cardones, cuya longitud alcanza los 14km.
Luego remontamos la montaña hasta llegar a los 3300mts sobre el nivel del mar, para este momento el cielo se había vestido de gris, casi plomo, el frió congelaba los vidrios de la combi, y nuestros ojos se llenaban con algunas vicuñas que aparecían como almas en medio de la montaña.

Nuestra decepción al encontrarnos con un mirador completamente gris, que estaba inundado con nubes que opacaban la vista que luego descubriríamos.

Un frió y un viento nos corrieron para sacar la foto de rigor, pero no nos corrieron cuando empezábamos a ver que se despejaba y entre los huecos se filtraba el sol como un colador.

El verde brillante de la cuesta del obispo, junto con el gris de la nube y el sol que se metía como pidiendo permiso, fue el mejor espectáculo que se quedo grabado en nuestras retinas.


El camino para bajar la ladera se volvió complicado, vueltas y vueltas, curvas y contracurvas, pero con una inmensidad que nos dejaría nuevamente sin palabras en el mismo día.


Nos prepararía para ver la selva de Yungas que enmarcarían nuestro camino hasta la ciudad de Los Molinos en la cual terminaría nuestra gran experiencia.
Allí nos despedimos de Víctor y continuamos nuestro camino solas, tomamos un colectivo de linea que nos transportaría hasta Salta capital, para ese momento habíamos ganado dos compañeras de viaje mas.
Al llegar a Salta, fuimos directamente a la terminal para poder sacar el pasaje para Humahuaca al día siguiente, saldríamos a las 10:30hs.
Luego nos dirigimos a la casa de familia que ya habíamos reservado con anterioridad para poder descansar y darnos un buen baño, siempre necesario.
Nuestras fuerzas no se habían aminorado, entonces nos fuimos a recorrer, nuestro ya conocido amor salteño, pero nos tenía preparado un regalo, sus luces nocturnas y sus edificaciones envueltas en reflejos que exaltaban sus bellezas.


Ver a mi viejo amor, como la iglesia de San Francisco, iluminado fue el tercer momento mas grandioso del día.

Al otro día nos levantamos mas temprano y recorrimos algunos lugares como el convento de San Bernardo y nuevamente la plaza 9 de Julio y la iglesia de San Francisco. Volvimos a buscar nuestras mochilas y partimos hacia la terminal.

Pero Todo lo que falta lo contaré en la tercera entrega.










No hay comentarios: